Cómo la desventaja socioeconómica afecta la educación de nuestra juventud
Si bien la pobreza infantil ya es un problema serio y triste de por sí, pues el no poder satisfacer las necesidades básicas puede llegar a poner en riesgo la vida misma de los niños, no podemos perder de vista los otros efectos a largo plazo que la desventaja socioeconómica, desde temprana edad, puede tener en ellos.
Es la educación elemental y la eventual formación profesional lo que permite que un joven de escasos recursos pueda progresar en la vida. Por lo tanto, si desde un comienzo se les troncha este desarrollo, les estamos condenando a una vida entera de pobreza.
Existe en nuestro país vasta evidencia estadística que demuestra que las instituciones principalmente responsables de dicha educación, no están haciendo el trabajo que les corresponde.
Podemos plantearnos lo absurdo que resulta el hecho de que en el Departamento de Educación (ED), siendo la agencia que más ayuda económica recibe, sus resultados, tanto palpables (estado físico de escuelas y salones, etc.), como académicos, resulten tan deficientes.
En concreto, el departamento fue, en el año 2022, la agencia que más ayuda recibió del fondo general.
Específicamente, la cantidad de dos billones trescientos cuarenta y dos mil quinientos ochenta y nueve millones de dólares ($2,342,589,000,000).
¿Cómo entonces es posible que una cifra tan impresionante no se vea reflejada en lo primordial, que debe ser el aprovechamiento académico de los estudiantes, y ni siquiera, en cosas tan elementales como la infraestructura de las escuelas o las pizarras y pupitres de sus salones?
Prueba del mencionado pobre aprovechamiento académico se puede constatar por los datos que arrojan las pruebas estandarizadas que el mismo Departamento de Educación da a los estudiantes.
Estas pruebas, que son dos, la conocida en inglés como la National Assessment of Educational Progress (NAEP), y la META-PR (Medición y Evaluación para la Transformación Académica de PR), arrojan unos datos bastante desalentadores para nuestra Isla si se comparan con los resultados de EEUU.
De las cuatro categorías que consta el primero, NAEP, a saber: Pre-básico, Básico, Proficiente y Avanzado; en Puerto Rico solo se administra la materia de Matemáticas, y en esta prueba, el 85% de los estudiantes solo alcanzan un nivel de Pre-básico, sin llegar nunca estos resultados a las categorías siguientes de mejor nivel de Proficiente y Avanzado.
En cuanto a la otra prueba, la META-PR., que mide el dominio en las asignaturas de Español, Matemáticas, Inglés y Ciencias, los estudiantes en su gran mayoría demuestran un desempeño tan solo de Básico (entre las categorías de: Pre-básico, Básico, Proficiente y Avanzado).
En el período de 2018 al 2019, de 836 escuelas públicas evaluadas con la prueba META, solo 89 de ellas pueden clasificarse como ‘Excelente’.
Tal y como lo ha expresado el licenciado y político puertorriqueño, el Sr. Eduardo Bhatia, y citamos, “¿Por qué le pagamos $26 millones anualmente a la compañía Pearson para dar las pruebas de aprovechamiento META, si no le prestamos atención a los resultados?”.
Tenemos claro que lo que no se mide, no se puede mejorar, y por eso no debemos cuestionar la utilidad de estas pruebas, pero a lo que hay que darle prioridad para buscarle solución es al hecho de la preocupante realidad de que nuestros niños vivan y alcancen solo un conocimiento básico de las materias principales de la educación.
En otro informe sobre el desempeño académico de las escuelas elementales, intermedias y superiores en Puerto Rico, realizado por la Fundación ABRE PR (Proyecto que utiliza el análisis de datos y la tecnología para comunicar la información pública a los ciudadanos de una manera clara y accessible), se demuestra la correlación estrecha existente entre los niveles de pobreza de los estudiantes y su nivel académico.
No solo queda claro que la pobreza afecta drásticamente su desempeño, sino que incide también de forma perjudicial en otros factores escolares tales como la matrícula, la asistencia y la tasa de graduación.
Por citar algunos datos, desde el 2012 ha habido una decadencia de 61.05% en las matrículas del sistema público, y si bien el décimo grado es el año con más matrículas, resulta ser también el año con mayor número de ausencias. No sorprendentemente el 30% del ausentismo, pertenece al grupo con desventajas económicas.
Además, la tasa de graduación también se encuentra en decadencia, entendiendo por ésta, el grupo de estudiantes que habiendo comenzado el noveno grado, logra graduarse al cabo de cuatro años de escuela superior. Del año 2020 al 2021, la tasa de graduación disminuyó de 78.05% al 75.7%.
Por último, y no menos preocupante, es el hecho de que siendo el Departamento de Educación aquel que cada año solicita más dinero, irónicamente todos los años se cierran más escuelas. Desde el año 2011, se han cerrado 639 escuelas, y de las 860 con que contamos, solo 662 operan de forma totalmente presencial en horario regular.
Evidentemente toda esta información debe servirnos de acicate para no solo hacer todo lo que esté en nuestras manos para combatir la pobreza en Puerto Rico, y en particular la pobreza infantil, sino que debemos tener muy presente la estrechísima relación entre desventaja económica y el rendimiento escolar.
A cada institución y a cada persona relacionada con la educación, debemos, de manera efectiva y firme, exigirle su máximo desempeño y esmero en ofrecerle las mejores oportunidades educativas a la juventud.
Es, nada más y nada menos, el futuro y el progreso socioeconómico del País aquello que está en juego.