La transparencia: Ingrediente principal de un país próspero y justo

Como entidad sin fines de lucro que tiene como norte lograr un Puerto Rico donde idealmente pueda erradicarse la pobreza, todo tipo de injusticia, y la desigualdad social, tenemos muy claro lo imprescindible que resulta ese “ingrediente principal” que llamamos transparencia.

Entre las varias definiciones de la palabra ‘transparente’, encontramos, por ejemplo, en el Diccionario de la Real Academia Española las siguientes:

  • Claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad
  • Dicho especialmente de una gestión o proceso: que se realiza sin que se oculte información sobre la manera en que se hace o se desarrolla, y, en particular, sin que haya duda sobre su legalidad o limpieza
  • Dicho de una institución o entidad: que proporciona información suficiente sobre su manera de actuar.

 

Es entonces como vemos que en una sociedad democrática se hace imprescindible la transparencia para saber que: un gobiero y sus servidores públicos están actuando para favorecer los mejores intereses de los ciudadanos a quienes sirven, se pueda rendir cuentas a un pueblo de la manera en que son usados los fondos públicos fruto de su trabajo, se conozcan a ciencia cierta las gestiones del Gobierno y las decisiones que sus funcionarios toman, los documentos públicos evidencian esta buena gestión, y, las contrataciones de corporaciones privadas para administrar servicios tan imprescindibles como el de energía eléctrica o las fuentes fluviales, sean en beneficio del pueblo; todo esto siendo solo una enumeración parcial de muchos otros ejemplos que pudieran darse.

 

La transparencia debiera respaldar igualmente procesos tan importantes en un país como los de investigación y administración de la justicia, los sistemas de auditorías, el empleo de millonarias cantidades de fondos para la educación que no se ven, ni remotamente, reflejados en las facilidades de las escuelas ni en la formación de nuestros estudiantes, y sin olvidar los mismos procesos electorales que son, nada más y nada menos, los que reflejan la voluntad de un pueblo en cuanto a quiénes desean que tomen las riendas del país.

 

Paralelamente, no podemos pasar por alto que la transparencia es igual de necesaria en la empresa privada. Ésta es el otro complemento que forma la columna vertebral de la economía y por lo tanto algo que debe cuidarse con igual celo de ambiciones e intereses trurbios.

 

Con bastante frecuencia vemos casos tristemente relevantes en las noticias sobre funcionarios gubernamentales e importantes empresarios que se prestan para ser sobornados o sobornar, o sobre jugosas contrataciones que lo que buscan no es precisamente el mejor uso del dinero de los contribuyentes.

 

Esto trae a colación lo que sería uno de los efectos más directos de la falta de transparencia: la corrupción. Algo que ya hemos visto en todos los niveles y distintas ramas del gobierno. Este otro problema de la corrupción será tratado en separadamente en otro artículo de nuestra página web.

 

Aunque no es del conocimiento de muchos, existen leyes locales que velan por proteger y garantizar la transparencia, al menos en teoría.

 

Estas leyes en Puerto Rico son las que llevan por nombre la Ley de Transparencia, y la Ley de Datos Abiertos; y su propósito es garantizar el acceso de los ciudadanos a la información pública y a los documentos relacionados a ella.

 

También existen estudios que miden cuan factible es el acceso que tienen los ciudadanos a esta información. Desafortunadamente, Puerto Rico no se encuentra en un lugar muy positivo

en este sentido. Para dar una idea, de acuerdo a un estudio hecho entre 128 países evaluados, el nuestro ocupa el lugar número 87. No debe sorprendernos entonces que los efectos de esta falta de transparencia se vean reflejados repetidamente en muchos titulares que nos degradan ante los ojos del mundo, dando una imagen muy pobre, y, a la misma vez, muy lejana de lo que realmente somos los puertorriqueños.

 

Tan necesaria es la transparencia que para que una nación sea próspera, más que un ingrediente, ésta debe ser un valor moral que no solamente debemos exigir, sino fomentar e inculcar de forma preventiva por medio de una educación que siente las bases para lograr una cultura de transparencia.

 

El no ser transparente tiene efectos tanto a corto, como a largo plazo. Aunque a veces no sean inmediatamente evidentes, no solo acarrean pobreza y desigualdad sino que pueden llegar a convertirse en una violación de los mismos derechos humanos. Podemos recordar, de manera general, casos en donde el pueblo se ha visto privado de los tan necesarios suministros de emergencia para aliviar los embates de un huracán poniendo en riesgo la misma supervivencia de los afectados.

 

La transparencia no es solo un deber gubernamental y empresarial, es asunto de todos, y cuando se sospeche la falta de ella, debemos alzar nuestra voz y no solo hacer sentir nuestra opinión, sino demostrar determinación para no dejarnos engañar o ser perjudicados por intereses turbios. Ella debe ser ofrecida de parte de la administración a los ciudadanos y éstos a su vez deben de reconocerla como un derecho. Es entonces cuando se logra un verdadero equilibrio equitativo en las relaciones de poder entre gobernantes y gobernados.

 

Esa es también una de las metas de nuestra entidad como parte de nuestra lucha contra la pobreza y demás males sociales en nuestra Isla: exigir y dar su justo lugar al gran valor que representa actuar en todos los renglones con transparencia en pro del bien común y la superación de nuestros más apremiantes problemas.